Hay una imagen que muchos llevamos en la memoria: los brazos de los abuelos, refugio de historias, complicidad y amor incondicional. Son quienes nos enseñan la magia de las cosas simples y la sabiduría de los años vividos. Sin embargo, en muchas familias, los abuelos han pasado de ser figuras de acompañamiento y afecto a asumir roles que no les corresponden. Se han convertido, por exigencia o por circunstancias, en responsables de la educación y el cuidado diario de los nietos, una carga que no debería recaer en ellos. Es tiempo de reflexionar: los abuelos no son los encargados de formar ni de supervisar los estudios de los nietos.
Esa tarea
es de los padres.
Es
innegable que, en muchas familias, los abuelos son un pilar fundamental.
Ofrecen apoyo emocional, cuentan historias que enriquecen la identidad de los
niños y, en ocasiones, prestan ayuda en la crianza. Pero hay una diferencia
clave entre ayudar y asumir una responsabilidad que no les corresponde. Criar,
educar y velar por la formación de los hijos es un deber de los padres, no de
los abuelos.
Con
frecuencia, vemos abuelos agotados por atender a nietos a tiempo completo,
ayudarlos con las tareas escolares, llevarlos a actividades extracurriculares y
responsabilizarse de su disciplina. Lo hacen por amor, pero ese amor no debería
convertirse en una carga. La tercera edad es un momento para el descanso, la
tranquilidad y el disfrute de la vida. Cuando los abuelos se ven obligados a
desempeñar el papel de padres sustitutos, se les priva de su derecho a vivir
esta etapa con calma.
Los padres deben asumir su rol con responsabilidad
y compromiso. Es comprensible que las obligaciones laborales y el ritmo de vida
actual sean demandantes, pero ello no justifica delegar la crianza y educación
de los hijos en los abuelos. La presencia activa de los padres es
insustituible. Son ellos quienes deben inculcar valores, enseñar hábitos,
acompañar en el proceso escolar y, sobre todo, construir una relación de
vínculo y confianza con sus hijos.
Es
momento de repensar el papel de los abuelos en la familia. No se trata de
excluirlos ni de restarles importancia, sino de reconocer que su función es
distinta. Son guías, consejeros y fuente de amor, pero no deben ser los
responsables de la crianza. Permitirles ser simplemente abuelos, sin exigencias
ni cargas injustas, es una muestra de respeto y gratitud hacia ellos.
Como
sociedad, debemos valorar el tiempo y la experiencia de nuestros mayores, sin
imponerles responsabilidades que ya cumplieron en su momento. Criar es tarea de
los padres. Amar, acompañar y compartir la sabiduría de los años es el hermoso
papel que les corresponde a los abuelos.
"Ser
abuelo no significa volver a ser padre, sino disfrutar del amor sin la carga de
la responsabilidad."
Fuentes:
- Aróstegui, J. L. (2018). La
tercera edad y su papel en la familia moderna. Editorial Planeta.
- Jiménez, R. (2020). Los
abuelos y la crianza: un límite necesario. Fondo de Cultura Económica.
- UNICEF (2021). El papel
de la familia en la educación infantil. Naciones Unidas.
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