La sabiduría de Sócrates y su influencia en la ciencia psicológica

¿Qué tienen en común Sócrates, el famoso filósofo griego del siglo V a.C., y la psicología, la ciencia que estudia el comportamiento y los procesos mentales de los seres humanos? A primera vista, podría parecer que no mucho, ya que la psicología como disciplina científica surge en el siglo XIX, más de dos mil años después de la muerte de Sócrates. Sin embargo, si profundizamos un poco más, veremos que Sócrates fue uno de los primeros pensadores que se interesó por la naturaleza de la mente humana y que sus aportaciones han influido de manera decisiva en el desarrollo posterior de la psicología. En este artículo, vamos a explorar cómo Sócrates contribuyó a la psicología con su método.




El método socrático


Sócrates es conocido por haber desarrollado un método de indagación filosófica basado en el diálogo y la búsqueda de la verdad. Este método consistía en plantear preguntas a sus interlocutores sobre temas morales, políticos o epistemológicos, con el fin de examinar sus opiniones y someterlas a una crítica racional. Sócrates no pretendía imponer su propia visión, sino ayudar a sus interlocutores a descubrir sus propias contradicciones y a llegar a una definición más precisa y universal de los conceptos que manejaban. El método socrático se basaba en dos principios fundamentales: el reconocimiento de la propia ignorancia y la confianza en la razón como guía para el conocimiento.


¿Qué tiene que ver este método con la psicología? Pues mucho, ya que se trata de un método que estimula el pensamiento crítico, la reflexión sobre uno mismo y el cuestionamiento de las creencias infundadas o prejuiciosas. Estas habilidades son esenciales para el desarrollo cognitivo y moral de las personas, así como para el ejercicio de la psicología como ciencia. De hecho, muchos psicólogos han reconocido la influencia del método socrático en sus propias prácticas, tanto en la investigación como en la intervención. Por ejemplo, el psicólogo estadounidense Carl Rogers, uno de los fundadores de la psicoterapia humanista, afirmaba que su método terapéutico se inspiraba en el método socrático, ya que consistía en facilitar al cliente un proceso de autoexploración y autoconocimiento mediante preguntas abiertas y empáticas1. Otro ejemplo es el psicólogo español José Antonio Marina, quien ha propuesto una pedagogía socrática basada en el desarrollo del talento y la inteligencia mediante el diálogo y el razonamiento2.


La ética socrática


Sócrates no sólo se interesó por el conocimiento teórico, sino también por el conocimiento práctico, es decir, por cómo debemos vivir y actuar para ser felices y virtuosos. Sócrates defendía una ética racionalista, según la cual el bien y el mal no dependen de las opiniones o las costumbres de cada sociedad, sino que son objetivos y universales. Para Sócrates, el bien supremo era la sabiduría, entendida como el conocimiento de lo que es bueno para uno mismo y para los demás. Por eso, afirmaba que nadie hace el mal voluntariamente, sino por ignorancia o error. Así pues, para Sócrates, la virtud era sinónimo de conocimiento y viceversa.


¿Qué tiene que ver esta ética con la psicología? Pues también mucho, ya que se trata de una ética que plantea cuestiones fundamentales sobre la naturaleza humana, la motivación, las emociones, los valores y las normas sociales. Estas cuestiones han sido objeto de estudio e investigación por parte de numerosos psicólogos a lo largo de la historia. Por ejemplo, el psicólogo suizo Jean Piaget, uno de los pioneros de la psicología del desarrollo cognitivo y moral, se inspiró en las ideas de Sócrates para elaborar su teoría sobre cómo los niños construyen su juicio moral a través del razonamiento y el diálogo3. Otro ejemplo es el psicólogo estadounidense Lawrence Kohlberg, quien amplió la teoría de Piaget y propuso una escala de seis niveles de desarrollo moral, basada en el grado de universalidad y racionalidad de los principios éticos que guían la conducta4.


La concepción del alma


Sócrates y su discípulo Platón trabajaron y reflexionaron respecto a la existencia de la psique, lo que ellos consideraban el alma. La influencia de este hecho sobre la actual ciencia de la psicología es evidente, siendo su nacimiento producto de la reflexión sobre los contenidos de nuestra mente derivados de éstos y otros autores5. Para Sócrates y Platón, el alma era la esencia o el principio vital del ser humano, lo que le daba identidad y personalidad. El alma era inmortal e incorpórea, y se alojaba en el cuerpo como en una cárcel o una tumba. El alma era también la sede de la razón, la voluntad y las emociones, y se dividía en tres partes: la racional, la irascible y la concupiscible. La parte racional era la más noble y elevada, y se encargaba de dirigir la vida según el conocimiento y la virtud. La parte irascible era la responsable del valor, el honor y la indignación. La parte concupiscible era la más baja e inferior, y se ocupaba de los deseos y los placeres corporales. Para Sócrates y Platón, el objetivo de la vida era lograr el equilibrio y la armonía entre las tres partes del alma, dando prioridad a la razón sobre las pasiones.


¿Qué tiene que ver esta concepción del alma con la psicología? Pues nuevamente mucho, ya que se trata de una concepción que anticipa algunos conceptos y teorías psicológicas posteriores. Por ejemplo, el psicólogo austriaco Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis, propuso una estructura de la personalidad compuesta por tres instancias: el ello, el yo y el superyó6. El ello sería equivalente a la parte concupiscible del alma, ya que representa los impulsos instintivos e inconscientes que buscan la satisfacción inmediata. El yo sería equivalente a la parte racional del alma, ya que representa el principio de realidad que media entre el ello y el mundo externo. El superyó sería equivalente a la parte irascible del alma, ya que representa el principio moral que juzga y reprime al ello según las normas sociales. Otro ejemplo es el psicólogo estadounidense Abraham Maslow, uno de los representantes de la psicología humanista, quien planteó una jerarquía de necesidades humanas que van desde las más básicas hasta las más elevadas7. Las necesidades fisiológicas serían análogas a la parte concupiscible del alma, ya que se refieren a los requerimientos biológicos para la supervivencia. Las necesidades de seguridad, afiliación y reconocimiento serían análogas a la parte irascible del alma, ya que se refieren a los aspectos sociales y emocionales para el bienestar. Las necesidades de autorrealización serían análogas a la parte racional del alma, ya que se refieren al desarrollo pleno del potencial humano.


Conclusión


Como hemos visto, Sócrates fue uno de los primeros pensadores que se interesó por la naturaleza de la mente humana y que sus aportaciones han influido de manera decisiva en el desarrollo posterior de la psicología. Su método socrático fue un precursor del pensamiento crítico, la autoconciencia y el cuestionamiento científico. Su ética socrática fue una fuente de inspiración para el estudio de la motivación, las emociones, los valores y el juicio moral. Su concepción del alma fue un antecedente de algunas teorías sobre la personalidad, las necesidades y los conflictos humanos. Por todo ello, podemos afirmar que Sócrates fue un verdadero pionero de la psicología y que su legado sigue vigente hoy en día.


Referencias

1: Rogers, C. R. (1951). Client-centered therapy: Its current practice, implications and theory. Boston: Houghton Mifflin.

2: Marina, J. A. (2005). La inteligencia fracasada: Teoría y práctica de la estupidez. Barcelona: Anagrama.

: Piaget, J. (1932). El juicio moral en el niño. Madrid: Morata.

: Kohlberg, L. (1981). Essays on moral development: Vol. 1. The philosophy of moral development. San Francisco: Harper & Row.

: Platón (2008). Fedón o del alma. Madrid: Alianza Editorial.

: Freud, S. (1923). El yo y el ello. Buenos Aires: Amorrortu.

: Maslow, A. H. (1943). A theory of human motivation. Psychological Review, 50(4), 370-396.





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