Vivimos en una era digital, donde los aparatos tecnológicos o digitales se han convertido en una parte esencial de nuestra vida cotidiana. Usamos el teléfono móvil, la computadora, la tableta, el reloj inteligente y otros dispositivos para comunicarnos, informarnos, entretenernos, trabajar, estudiar y realizar muchas otras actividades. Sin duda, la tecnología nos ofrece múltiples beneficios y ventajas, pero también puede tener un impacto negativo en nuestra salud mental si no la usamos de forma adecuada y equilibrada.
¿Qué entendemos por uso excesivo de la tecnología?
El uso excesivo de la tecnología se refiere a la dependencia o adicción que algunas personas desarrollan hacia los aparatos tecnológicos o digitales, que les impide desconectarse de ellos y les genera ansiedad, estrés, aislamiento, insomnio y otros problemas psicológicos. Según un estudio realizado por la Universidad de Stanford1, el 17% de los usuarios de Internet son adictos a este medio, y el 41% lo usan más de lo que les gustaría. Otro estudio realizado por la Universidad de Maryland2 reveló que el 79% de los estudiantes universitarios experimentaron síntomas de abstinencia cuando se les pidió que dejaran de usar sus dispositivos digitales durante 24 horas.
¿Qué consecuencias tiene el uso excesivo de la tecnología en nuestra salud mental?
El uso excesivo de la tecnología puede afectar negativamente a nuestra salud mental de diversas formas, según el tipo de dispositivo, el contenido al que accedemos, el tiempo que le dedicamos y el contexto en el que lo hacemos. Algunas de las consecuencias más comunes son las siguientes:
- Ansiedad y depresión: El uso excesivo de la tecnología puede generar ansiedad y depresión al provocar una sobrecarga de información, una comparación social negativa, una baja autoestima, una falta de contacto real con otras personas y una pérdida del sentido de la realidad. Además, algunos dispositivos emiten una luz azul que altera el ritmo circadiano y dificulta el sueño, lo que también afecta al estado de ánimo y al bienestar emocional3.
- Aislamiento y soledad: El uso excesivo de la tecnología puede generar aislamiento y soledad al sustituir las relaciones interpersonales presenciales por las virtuales, que suelen ser más superficiales e impersonales. También puede provocar una desconexión con uno mismo y con el entorno, al reducir la atención plena y la conciencia sobre lo que ocurre en el momento presente4.
- Estrés y agotamiento: El uso excesivo de la tecnología puede generar estrés y agotamiento al exigir una atención constante, una respuesta inmediata y una multitarea permanente. También puede aumentar la presión laboral o académica, al dificultar el establecimiento de límites entre el tiempo dedicado al trabajo o al estudio y el tiempo dedicado al ocio o al descanso5.
- Adicción y pérdida de control: El uso excesivo de la tecnología puede generar adicción y pérdida de control al activar los circuitos cerebrales del placer y del refuerzo, que nos impulsan a repetir conductas que nos producen satisfacción inmediata pero que pueden tener consecuencias negativas a largo plazo. La adicción a la tecnología se caracteriza por una incapacidad para regular el uso de los dispositivos digitales, una interferencia con otras áreas importantes de la vida (familia, amigos, trabajo, salud) y un malestar o un deterioro significativo cuando se intenta reducir o dejar el uso6.
¿Qué podemos hacer para prevenir o reducir el uso excesivo de la tecnología?
El uso excesivo de la tecnología es un problema cada vez más frecuente y preocupante en nuestra sociedad, que requiere una intervención profesional cuando se convierte en una adicción o genera un sufrimiento significativo. Sin embargo, también podemos adoptar algunas medidas preventivas o correctivas para evitar o disminuir los efectos negativos de la tecnología en nuestra salud mental. Algunas de estas medidas son las siguientes:
- Establecer un horario y un límite de tiempo para el uso de los dispositivos digitales, y respetarlo. Por ejemplo, podemos decidir no usar el teléfono móvil una hora antes de ir a dormir, o no usar la computadora más de dos horas al día para fines no laborales o académicos.
- Apagar o silenciar las notificaciones, los sonidos y las luces de los dispositivos digitales cuando no los necesitemos o cuando queramos concentrarnos en otra actividad. Así evitaremos las distracciones y las interrupciones innecesarias.
- Elegir el contenido al que accedemos con criterio y responsabilidad, y evitar aquel que nos genere ansiedad, estrés, tristeza o enojo. También podemos diversificar el tipo de contenido que consumimos, buscando aquel que nos aporte valor, conocimiento, entretenimiento o inspiración.
- Fomentar las relaciones interpersonales presenciales, y no dejar que la tecnología las sustituya o las limite. Podemos aprovechar el tiempo que pasamos con nuestra familia, nuestros amigos o nuestros compañeros para conversar, compartir, reír y disfrutar, sin estar pendientes del teléfono móvil o de la tableta.
- Practicar actividades que nos desconecten de la tecnología y nos conecten con nosotros mismos y con el entorno. Por ejemplo, podemos hacer ejercicio físico, meditar, leer un libro, escuchar música, pintar, cocinar, pasear por la naturaleza o cualquier otra cosa que nos guste y nos relaje.
Conclusión
La tecnología es una herramienta maravillosa que nos facilita la vida y nos abre un mundo de posibilidades, pero también puede tener un impacto negativo en nuestra salud mental si no la usamos de forma adecuada y equilibrada. Por eso, es importante ser conscientes de los riesgos del uso excesivo de la tecnología y adoptar hábitos saludables que nos permitan disfrutar de sus beneficios sin sufrir sus consecuencias. Recuerda que tú tienes el control sobre la tecnología, y no al revés.
Referencias
1: Aboujaoude, E., Koran, L. M., Gamel, N., Large, M. D., & Serpe, R. T. (2006). Potential markers for problematic internet use: A telephone survey of 2,513 adults. CNS spectrums, 11(10), 750-755.
2: Moeller, S., Powers, A., & Roberts, J. (2011). The world unplugged project: The global disconnect study. International Center for Media & the Public Agenda (ICMPA), University of Maryland.
3: Figueiro MG & Overington D (2016). Self-luminous devices and melatonin suppression in adolescents. Lighting Research & Technology 48(8): 966–975.
4: Turkle S (2011). Alone together: Why we e
xpect more from technology and less from each other. Basic Books.
5: Stawarz K., Cox A.L., Blandford A. (2015) Beyond Self-Tracking and Reminders: Designing Smartphone Apps That Support Habit Formation. In: Begole B., Kim J., Inkpen K., Woo W. (eds) Proceedings of the 33rd Annual ACM Conference on Human Factors in Computing Systems. CHI ’15. ACM.
6: Griffiths M.D. (2000) Internet addiction – Time to be taken seriously? Addiction Research 8(5): 413–418.
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