Todos podemos ser víctimas de alguna situación injusta, dolorosa o traumática en algún momento de nuestra vida. Ya sea por un accidente, un delito, una violencia, una pérdida o cualquier otro hecho que nos cause daño físico o emocional, podemos sentirnos vulnerables, heridos y desprotegidos. Sin embargo, no todos reaccionamos de la misma manera ante estas circunstancias. Algunos logran sobreponerse y salir adelante, mientras que otros se quedan estancados en el sufrimiento y adoptan una actitud de victimismo.
¿Qué es ser víctima?
Según el diccionario de la Real Academia Española (RAE), una víctima es "una persona que padece daño por culpa ajena o por causa fortuita". Es decir, una persona que sufre las consecuencias negativas de un hecho que no ha provocado ni ha podido evitar. Por ejemplo, una persona que es asaltada, agredida, violada, secuestrada o asesinada es una víctima de un delito. Una persona que pierde su casa, su trabajo o un ser querido por una catástrofe natural, una guerra o una pandemia es una víctima de una situación adversa.
Ser víctima implica experimentar un impacto emocional que puede afectar a la salud mental y al bienestar de la persona.
Algunas de las reacciones psicológicas que puede tener una víctima son:
- Miedo, ansiedad, estrés o pánico.
- Tristeza, depresión, culpa o vergüenza.
- Ira, rabia, odio o deseos de venganza.
- Confusión, incredulidad, negación o shock.
- Aislamiento, soledad, desconfianza o rechazo.
- Baja autoestima, inseguridad, impotencia o indefensión.
Estas reacciones son normales y comprensibles ante una situación traumática y no implican ninguna patología o anormalidad. Sin embargo, si se prolongan en el tiempo y afectan al funcionamiento normal de la persona, pueden convertirse en un problema que requiera atención profesional.
Algunos de los trastornos que pueden desarrollar las víctimas son:
- Trastorno por estrés postraumático (TEPT): se caracteriza por revivir el trauma a través de recuerdos intrusivos, pesadillas o flashbacks; evitar todo lo relacionado con el trauma; tener dificultades para regular las emociones; y estar en constante alerta o hipervigilancia.
- Trastorno depresivo mayor (TDM): se caracteriza por tener un estado de ánimo bajo, triste o vacío durante la mayor parte del día y casi todos los días; perder el interés o el placer por las actividades que antes se disfrutaban; tener cambios en el apetito, el sueño o la energía; sentirse culpable, inútil o desesperanzado; tener dificultades para concentrarse o tomar decisiones; y tener pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
- Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): se caracteriza por tener una ansiedad excesiva y persistente por diversas situaciones o eventos; tener dificultades para controlar esa ansiedad; y presentar síntomas físicos como nerviosismo, inquietud, fatiga, irritabilidad, tensión muscular o problemas de sueño.
Ser víctima no significa ser débil ni merecer lo que nos ha pasado. Ser víctima tampoco significa ser incapaz de superar lo que nos ha pasado. Ser víctima significa haber sufrido un daño que no hemos buscado ni merecido, pero que podemos afrontar y superar con ayuda y apoyo.
¿Qué es victimizarse?
Victimizarse, según la RAE, es "adoptar el papel de víctima". Es decir, actuar como si se fuera víctima de una situación que no lo es o que ya no lo es. Por ejemplo, una persona que se queja constantemente de su mala suerte, de lo injusta que es la vida o de lo mal que le tratan los demás, sin asumir su responsabilidad ni buscar soluciones. Una persona que se aprovecha de su condición de víctima para obtener beneficios, como atención, compasión, favores o privilegios, sin importarle el daño que pueda causar a los demás.
Victimizarse implica adoptar una actitud negativa, pasiva y manipuladora que puede afectar a la salud mental y al bienestar de la persona y de su entorno.
Algunas de las características que puede tener una persona que se hace la víctima son:
- Se siente indefensa, impotente o incapaz de cambiar su situación.
- Se culpa a sí misma o culpa a los demás de todo lo que le pasa.
- Se compara con los demás y se siente inferior o superior a ellos.
- Se centra en los problemas y no en las soluciones.
- Se niega a reconocer sus errores o a pedir perdón.
- Se resiste a aceptar consejos o ayuda.
- Se comunica de forma agresiva, pasiva o pasivo-agresiva.
- Se aísla o se rodea de personas tóxicas o dependientes.
Victimizarse no es una enfermedad ni un trastorno, sino una forma de ser o de estar que puede tener diversas causas.
Algunas de las posibles causas del victimismo son:
- Haber sido víctima real de una situación traumática y no haberla superado adecuadamente.
- Haber aprendido un patrón de conducta victimista en el entorno familiar o social.
- Tener una personalidad inmadura, insegura o narcisista.
- Tener una baja autoestima, una falta de autocontrol o una escasa inteligencia emocional.
- Tener un estilo cognitivo distorsionado, pesimista o catastrofista.
Victimizarse no significa ser víctima ni tener derecho a serlo. Victimizarse tampoco significa ser feliz ni conseguir lo que se quiere. Victimizarse significa renunciar al propio poder y al propio bienestar, y perjudicar al propio entorno.
¿Cómo distinguir entre víctima y victimista?
A veces puede resultar difícil diferenciar entre una persona que es víctima y una persona que se hace la víctima, sobre todo si no conocemos bien su historia o sus circunstancias. Sin embargo, hay algunas pistas que pueden ayudarnos a identificarlos.
Algunas de estas pistas son:
- Una persona que es víctima busca ayuda y apoyo para superar su situación, mientras que una persona que se hace la víctima rechaza la ayuda y el apoyo porque le conviene mantenerse en su situación.
- Una persona que es víctima reconoce sus emociones y las expresa de forma adecuada, mientras que una persona que se hace la víctima exagera sus emociones y las utiliza para manipular a los demás.
- Una persona que es víctima asume su responsabilidad y busca soluciones a sus problemas, mientras que una persona que se hace la víctima evade su responsabilidad y se queda en sus problemas.
- Una persona que es víctima respeta y agradece a las personas que le ayudan, mientras que una persona que se hace la víctima desprecia y critica a las personas que le ayudan.
- Una persona que es víctima tiene una actitud positiva, activa y constructiva ante la vida, mientras que una persona que se hace la víctima tiene una actitud negativa, pasiva y destructiva ante la vida.
¿Cómo ayudar a una persona víctima o victimista?
Tanto las personas que son víctimas como las personas que se hacen las víctimas necesitan ayuda y apoyo para mejorar su situación. Sin embargo, el tipo de ayuda y apoyo puede variar según el caso.
Algunas sugerencias para ayudar a una persona víctima o victimista son:
- Para ayudar a una persona víctima, lo primero es escucharla con empatía, respeto y comprensión, sin juzgarla ni minimizar su dolor. Luego, es importante ofrecerle información, orientación y recursos para que pueda acceder a la ayuda profesional que necesite. También es conveniente brindarle apoyo emocional, práctico y social, respetando su ritmo y sus decisiones. Por último, es fundamental fomentar su autoestima, su autonomía y su capacidad de resiliencia, reconociendo sus fortalezas y sus logros.
- Para ayudar a una persona victimista, lo primero es establecer límites claros y firmes, sin caer en su juego ni en su manipulación. Luego, es importante hacerle ver la realidad de su situación, sin negar sus dificultades ni sus emociones, pero tampoco sin alimentar su victimismo. También es conveniente motivarla a buscar ayuda profesional, si la necesita, y a asumir su responsabilidad y su compromiso con su cambio. Por último, es fundamental promover su autoconocimiento, su autocontrol y su inteligencia emocional, ayudándole a identificar y modificar sus creencias y conductas negativas.
Conclusión
La diferencia entre ser víctima y victimizarse radica en la forma de afrontar una situación adversa o traumática. Ser víctima implica haber sufrido un daño real e involuntario que afecta a la salud física y mental de la persona. Victimizarse implica adoptar el papel de víctima de forma voluntaria o inconsciente para obtener beneficios o evitar responsabilidades. Ser víctima no es lo mismo que victimizarse, ni tampoco implica victimizarse.
Tanto las personas que son víctimas como las personas que se hacen las víctimas pueden superar su situación con ayuda y apoyo adecuados. La ayuda y el apoyo deben adaptarse a las necesidades y características de cada caso, pero siempre deben tener como objetivo el bienestar y el desarrollo de la persona. Ayudar a una persona víctima o victimista no es fácil ni rápido, pero sí posible y gratificante.
Fuentes de información
- Guerrero Tapia, A. (2014). Víctima y victimario, las dos caras de la moneda. Boletín UNAM-DGCS-171. Recuperado el 30 de octubre de 2022, de https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2014_171.html
- La guía de Psicología. (s.f.). Personas que se victimizan, ¿Por qué ocurre? Recuperado el 30 de octubre de 2022, de https://laguiadepsicologia.com/personas-que-se-victimizan-por-que-ocurre/
- LaOpinionLA. (2019). ¿Cuál es la diferencia entre el rol de víctima y ser una víctima real? Recuperado el 30 de octubre de 2022, de https://laopinion.com/2019/11/26/cual-es-la-diferencia-entre-el-rol-de-victima-y-ser-una-victima-real/
- Psico.mx. (2017). Famosos mexicanos con trastornos mentales. Recuperado el 30 de octubre de 2022, de https://www.psico.mx/articulos/famosos-mexicanos-con-trastornos-mentales
- Wikipedia. (2021). Victimismo. Recuperado el 30 de octubre de 2022, de https://es.wikipedia.org/wiki/Victimismo
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