Madurar con dignidad: el arte de vivir la vejez con plenitud y respeto

Madurar con dignidad es un proceso que implica aceptar el envejecimiento como una etapa natural de la vida, sin renunciar a la propia identidad, autonomía y proyectos.  Es reconocer los cambios que se producen en el cuerpo, la mente y el entorno, y adaptarse a ellos de forma positiva y creativa. Valorar las experiencias vividas, los aprendizajes adquiridos y las metas alcanzadas, sin dejar de tener ilusiones y expectativas por el futuro.

Madurar con dignidad significa mantener una actitud activa, participativa y colaborativa en la sociedad, sin perder el sentido del humor y la alegría.

 



ÍNDICE

  • Introducción
  • ¿Qué es madurar con dignidad?
  • ¿Qué factores influyen en la resistencia a madurar con dignidad?
  • ¿Qué consecuencias tiene la resistencia a madurar con dignidad?
  • ¿Cómo podemos superar la resistencia a madurar con dignidad?
  • Conclusión
  • Fuentes de consulta

 

INTRODUCCIÓN

La vejez es una etapa de la vida que, tarde o temprano, tendremos que afrontar. Sin embargo, no todos lo hacemos de la misma manera. Algunas personas viven la vejez con aceptación, serenidad y gratitud, mientras que otras la viven con negación, angustia y resentimiento. Estas últimas son las que presentan una resistencia a madurar con dignidad.

La resistencia a madurar con dignidad se puede definir como la actitud de rechazo o evasión frente al proceso natural de envejecimiento, que implica cambios físicos, psicológicos y sociales. Esta actitud se manifiesta en conductas como el intento de aparentar una edad más joven de la que se tiene, el uso excesivo de cirugías estéticas o tratamientos antiedad, el aislamiento social o la dependencia emocional, entre otras.

Esta actitud puede tener consecuencias negativas para el bienestar personal y social como la baja autoestima, la depresión, la ansiedad, el estrés, la soledad, el abandono, la exclusión o la violación de sus derechos.

Por eso, es importante reflexionar sobre las causas y los efectos de esta actitud, y buscar estrategias para superarla y vivir la vejez con calidad.

La dignidad humana es un valor universal que implica el reconocimiento y el respeto de la propia valía y de los derechos inherentes a todo ser humano. Vivir con dignidad significa vivir con libertad, igualdad, fraternidad y solidaridad.

 

¿QUÉ ES MADURAR CON DIGNIDAD?

Madurar con dignidad es un proceso que implica aceptar el paso del tiempo y sus consecuencias, sin renunciar a la propia identidad, autonomía y proyectos de vida. Es reconocer los cambios que se producen en el cuerpo, la mente y el entorno, y adaptarse a ellos de forma positiva y creativa. Es valorar las experiencias vividas, los aprendizajes adquiridos y las metas alcanzadas, sin dejar de tener ilusiones y expectativas por el futuro. Es mantener una actitud activa, participativa y colaborativa en la sociedad, sin perder el sentido del humor y la alegría.

No es algo que se logra de forma automática o espontánea. Es un proceso que requiere de un trabajo personal y social constante. Es un desafío que implica enfrentar los miedos, los prejuicios y los estereotipos que rodean al envejecimiento.

Es una oportunidad para crecer como persona y como ciudadano.

 

¿QUÉ FACTORES INFLUYEN EN LA RESISTENCIA A MADURAR CON DIGNIDAD?

Puede tener múltiples causas, tanto individuales como colectivas. Algunos de los factores que pueden influir en esta actitud son:

La cultura: vivimos en una sociedad que privilegia la juventud, la belleza y el éxito, y que estigmatiza y discrimina a las personas mayores. Esta cultura genera una presión social para mantener una apariencia y un estilo de vida que no se corresponden con la realidad del envejecimiento. Además, esta cultura dificulta el reconocimiento y la valoración de las aportaciones de las personas mayores a la sociedad.

La personalidad: algunas personas tienen una personalidad más propensa a la resistencia a madurar con dignidad. Estas personas suelen tener una baja autoestima, una alta dependencia emocional, una baja tolerancia a la frustración y una dificultad para asumir responsabilidades. También suelen tener una visión negativa de sí mismas y del futuro, y una falta de proyectos e intereses personales.

La historia de vida: las experiencias vividas a lo largo de la vida pueden influir en la forma de enfrentar el envejecimiento. Algunas experiencias pueden favorecer el desarrollo de recursos personales y sociales que faciliten la adaptación al cambio, mientras que otras pueden generar traumas, conflictos o pérdidas que dificulten el proceso. Así, por ejemplo, haber sufrido violencia, abuso, abandono o marginación puede generar una mayor resistencia a madurar con dignidad.

El entorno: el contexto en el que se vive también puede afectar a la actitud frente al envejecimiento. Algunos factores ambientales que pueden favorecer o dificultar la maduración con dignidad son: el nivel socioeconómico, el acceso a los servicios de salud y educación, el apoyo familiar y social, las oportunidades de participación y ocio, las condiciones de vivienda y seguridad, entre otros.

 

Foto de Eduardo Barrios en Unsplash

¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE LA RESISTENCIA A MADURAR CON DIGNIDAD?

Puede generar consecuencias negativas tanto para el bienestar personal como para el bienestar social de las personas mayores.

Algunas de estas consecuencias son:

Para el bienestar personal: la resistencia a madurar con dignidad puede generar un malestar psicológico que se manifiesta en síntomas como la depresión, la ansiedad, el estrés, la baja autoestima, el sentimiento de culpa, la insatisfacción vital, entre otros. Estos síntomas pueden afectar también al bienestar físico, provocando enfermedades o deterioro cognitivo. Además, la resistencia a madurar con dignidad puede impedir el desarrollo personal y el crecimiento espiritual que se puede alcanzar en esta etapa de la vida.

Para el bienestar social: la resistencia a madurar con dignidad puede generar un aislamiento social que se traduce en una pérdida de contactos, relaciones y redes de apoyo. Esto puede aumentar el riesgo de sufrir soledad, abandono o maltrato. Asimismo, puede impedir el reconocimiento y la valoración de las personas mayores como sujetos activos y protagonistas de la sociedad, generando exclusión social que vulnera los derechos humanos y la dignidad humana.

 

¿CÓMO PODEMOS SUPERAR LA RESISTENCIA A MADURAR CON DIGNIDAD?

Superar la resistencia a madurar con dignidad no es una tarea fácil ni rápida, requiere de un compromiso personal y social para cambiar las actitudes y las conductas que obstaculizan este proceso. Algunas estrategias que pueden ayudar a superar la resistencia a madurar con dignidad son:

 

Para el ámbito personal: es importante trabajar en el autoconocimiento y la autoaceptación, reconociendo los propios cambios y limitaciones, pero también las propias fortalezas y capacidades. Es importante cultivar la actitud positiva y optimista frente al futuro, manteniendo ilusiones y metas acordes con las posibilidades reales. Asimismo, es importante cuidar la salud física y mental, realizando hábitos saludables como una alimentación equilibrada, una actividad física regular, un descanso adecuado y una estimulación cognitiva.

Desarrollar la espiritualidad, entendida como la búsqueda de sentido y trascendencia de la vida. Esto puede implicar practicar una religión, meditar, rezar, leer, escribir, hacer voluntariado o cualquier otra actividad que conecte con los valores personales y con el bien común.

Fomentar la creatividad, expresando los sentimientos y las emociones a través de diferentes formas de arte como la pintura, la música, la literatura, el teatro, etc. Estas actividades pueden ser una fuente de satisfacción, autoestima y comunicación.

Para el ámbito social: es importante mantener y ampliar las relaciones sociales, participando en grupos de amigos, familiares, vecinos, asociaciones, etc. Estas relaciones pueden aportar apoyo emocional, afectivo y material, así como oportunidades de compartir experiencias, conocimientos y proyectos. También es importante implicarse en la sociedad, ejerciendo los derechos y deberes ciudadanos, colaborando con causas sociales o políticas, denunciando las situaciones de injusticia o discriminación que afecten a las personas mayores o a otros colectivos vulnerables.

 

CONCLUSIÓN

Madurar con dignidad es un proceso que implica aceptar el envejecimiento como una etapa natural de la vida, sin renunciar a la propia identidad, autonomía y proyectos. Madurar con dignidad es un desafío que requiere de un trabajo personal y social para superar los miedos, los prejuicios y los estereotipos que rodean al envejecimiento. Madurar con dignidad es una oportunidad para crecer como persona y como ciudadano, reconociendo y respetando el valor y los derechos de todas las personas.

La resistencia a madurar con dignidad es una actitud que se opone a este proceso, generando malestar personal y social. Puede tener múltiples causas, como la cultura, la personalidad, la historia de vida o el entorno, así como también múltiples consecuencias negativas para el bienestar personal y social de las personas mayores.

Para superar la resistencia a madurar con dignidad es necesario cambiar las actitudes y las conductas que obstaculizan este proceso. Para ello se pueden aplicar diversas estrategias en el ámbito personal y social que favorezcan la aceptación, la adaptación y el desarrollo en esta etapa de la vida.

 

FUENTES DE CONSULTA

  • The Conversation. (2018). El desafío de vivir la vejez con dignidad. Recuperado de https://theconversation.com/el-desafio-de-vivir-la-vejez-con-dignidad-99259
  • Bohórquez Monsalve, V. y Aguirre Román, J. (2009). Las tensiones de la dignidad humana: conceptualización y aplicación en el derecho internacional de los derechos humanos. SUR - Revista Internacional de Derechos Humanos, 6(11), 41-63. Recuperado de https://www.corteidh.or.cr/tablas/r24903.pdf
  • Noticias ONU. (2018). Artículo 1: Libres e iguales en dignidad y derechos. Recuperado de https://news.un.org/es/story/2018/11/1445521





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