LA HERIDA DE HUMILLACIÓN: un dolor oculto que puede cambiar tu vida

La infancia es una etapa crucial en el desarrollo psicológico y emocional de las personas. En ella se forman muchos de los rasgos de personalidad, las creencias, los valores y las actitudes que nos acompañarán el resto de nuestra vida. También es una etapa en la que somos especialmente vulnerables y sensibles a lo que nos ocurre y a lo que nos dicen los demás, especialmente nuestros padres o cuidadores.

 

Foto de Caleb Woods en Unsplash

ÍNDICE

  • Introducción
  • ¿Qué es la herida de humillación?
  • ¿Cómo surge la herida de humillación?
  • ¿Cuál es la máscara social de la herida de humillación?
  • ¿Cómo afecta la herida de humillación en la vida adulta?
  • ¿Cómo identificar la herida de humillación?
  • ¿Cómo sanar la herida de humillación?
  • Sugerencias
  • Fuentes de consulta

En ocasiones, podemos vivir experiencias traumáticas o dolorosas que nos generan heridas emocionales. Estas heridas son como cicatrices psicológicas que nos afectan en nuestra forma de ser, de sentir y de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás. Según la autora Lise Bourbeau, existen cinco tipos de heridas emocionales: el rechazo, el abandono, la traición, la injusticia y la humillación.

En este artículo nos centraremos en la herida de humillación, una de las más profundas y difíciles de sanar. Veremos qué es, cómo surge, cuál es su máscara social, cómo afecta en la vida adulta, cómo identificarla y cómo sanarla. También te daremos algunas sugerencias para mejorar tu bienestar personal y tu calidad de vida si has sufrido esta herida en tu infancia.

 

¿Qué es la herida de humillación?

 La herida de humillación es una herida emocional que se produce cuando el niño o la niña siente e interpreta que uno o ambos padres se avergüenzan de él o ella, y lo desaprueban o lo desaprueban o lo humillan con palabras o gestos, especialmente en público. Esto hace que el niño o la niña se sienta indigno o indigna de amor, y que desarrolle una baja autoestima, una dependencia emocional hacia los demás y una necesidad constante de ser validado, aceptado y aprobado externamente.

 

¿Cómo surge la herida de humillación?

 La herida de humillación suele surgir entre el primer y el tercer año de vida, cuando el niño o la niña adquiere cierta autonomía sobre su cuerpo al aprender a comer, caminar o ir al baño. Es en este momento cuando el niño o la niña necesita sentirse apoyado y respetado por sus padres o cuidadores, y no criticado o avergonzado.

Se produce cuando el niño o la niña siente e interpreta que uno o ambos padres se avergüenzan de él o ella, y lo desaprueban o lo humillan con palabras o gestos, especialmente en público. Algunos ejemplos de estas conductas son:

  • Comparar al niño o la niña con otros niños o niñas y hacerle sentir inferior.
  • Decirle al niño o la niña que es lento, torpe, sucio, feo, tonto, malo, etc.
  • Burlarse del niño o la niña por su aspecto físico, por algo que haya hecho o por cómo es.
  • Castigar al niño o la niña delante de otras personas o aislarlo de los demás.
  • Ignorar al niño o la niña o no prestarle atención cuando necesita ayuda o afecto.
  • Abusar sexualmente del niño o la niña o hacerle sentir que su sexualidad es sucia o vergonzosa.

 Estas conductas hacen que el niño o la niña se sienta comparado, degradado, avergonzado y rebajado, si es así, crecerá con la sensación de que desagrada a sus padres, aquellos que deberían amarle de forma incondicional, y se castiga a sí misma por su propia conducta por ser indigna de ese amor. Esta herida se vive con la persona que ejerce el control que normalmente es con la madre, aunque podría ser con el padre o con otra persona encargada de ese control.

 

¿Cuál es la máscara social de la herida de humillación?
Foto de Юлія Дубина en Unsplash

La máscara social es la forma que adoptamos para protegernos de nuestra herida emocional y evitar que se vuelva a abrir. Es una especie de disfraz que nos ponemos para ocultar nuestro verdadero ser y adaptarnos a lo que creemos que los demás esperan de nosotros.

La máscara social de la herida de humillación es la máscara del masoquista (emocional y mental). El masoquista es aquella persona que encuentra placer e incluso satisfacción sufriendo. Se busca de forma inconsciente el dolor y la humillación la mayoría de las veces. Antes de que los demás lo castiguen, ya lo hace antes él mismo. Como tiene esa necesidad de cuidar de los demás, tiende a crear situaciones donde se olvida de sí mismo. Es un intento de protección para no sentirse humillado, pero lo cierto es que consigue justo lo contrario ya que en muchas ocasiones se aprovechan de él.

Estas son algunas de las características del masoquista:

  • Se castiga a sí mismo y se expone a situaciones humillantes ante los demás.
  • Se niega todo lo que desea profundamente, ya que se culpa por desearlo.
  • Cuando se enfada tiende a humillar a los demás para desahogarse.
  • Se desconecta de sus necesidades.
  • Si alguien no es feliz a su alrededor, se culpa de ello.
  • Utiliza las compras, la comida u otros medios para satisfacer sus deseos.
  • No se cuida, los demás siempre son más importantes que él.
  • Hace por los demás lo que no hace por sí mismo.

 

¿Cómo afecta en la vida adulta?

 La herida de humillación que se genera en la infancia puede tener consecuencias negativas en la vida adulta. Algunas de estas consecuencias son:

Baja autoestima: la persona se siente indigna de amor, de respeto y de reconocimiento. Se infravalora y se critica constantemente. Tiene una imagen negativa de sí misma y de su cuerpo.

Dependencia emocional: la persona necesita de la aprobación, la aceptación y el apoyo de los demás para sentirse bien. Tiene miedo al rechazo, al abandono y a la soledad. Se somete a los deseos y las exigencias de los demás para complacerlos y evitar conflictos.

Culpa y vergüenza: la persona se siente culpable y avergonzada por todo lo que hace o deja de hacer. Se castiga a sí misma por sus errores o por sus deseos. Tiene dificultades para expresar sus emociones, sus opiniones y sus necesidades.

Masoquismo: la persona se busca situaciones de sufrimiento y de humillación, ya sea de forma consciente o inconsciente. Se sacrifica por los demás y se olvida de sí misma. Se autolesiona o se expone a riesgos innecesarios.

Agresividad: la persona puede reaccionar con ira, violencia o humillación hacia los demás cuando se siente amenazada, ofendida o frustrada. Puede ser muy exigente, crítica o manipuladora con los demás. También puede ser muy pasiva, sumisa o evitativa.

 

¿Cómo identificar la herida de humillación?
Foto de Jeremiah Lawrence en Unsplash

 Para identificar si tenemos o no la herida de humillación podemos hacernos algunas preguntas como las siguientes:

  • ¿Siento que mis padres se avergonzaban de mí o me humillaban cuando era niño o niña?
  • ¿Me siento inferior a los demás o me comparo constantemente con ellos?
  • ¿Necesito que los demás me validen, me acepten y me aprueben para sentirme bien?
  • ¿Me cuesta decir no o poner límites a los demás por miedo a perderlos o a enfadarlos?
  • ¿Me siento culpable o avergonzado por mis deseos, mis emociones o mis acciones?
  • ¿Me castigo a mí mismo o me expongo a situaciones humillantes o dolorosas?
  • ¿Me enfado o humillo a los demás cuando no hacen lo que yo quiero o espero?

Si respondemos afirmativamente a algunas o todas estas preguntas, es probable que tengamos la herida de humillación y que necesitemos sanarla.

 

¿Cómo sanar la herida de humillación?

Sanar la herida de humillación no es fácil ni rápido, pero tampoco es imposible. Requiere de un proceso de autoconocimiento, aceptación y transformación que podemos llevar a cabo con la ayuda de un profesional de la psicología o por nuestra propia cuenta si tenemos las herramientas adecuadas.

Algunas de las claves para sanar la herida de humillación son:

 Reconocer y validar nuestra herida: el primer paso es admitir que tenemos una herida emocional que nos duele y nos limita. No se trata de negarla, ocultarla o minimizarla, sino de aceptarla como parte de nuestra historia y de nuestro ser.

Identificar y expresar nuestras emociones: el segundo paso es aprender a reconocer y a nombrar lo que sentimos en cada momento. No se trata de reprimir, evitar o juzgar nuestras emociones, sino de permitirnos sentirlas y expresarlas de forma sana y constructiva.

Aumentar nuestra autoestima: el tercer paso es mejorar nuestra imagen y nuestro concepto de nosotros mismos. No se trata de depender del juicio o del reconocimiento externo, sino de valorarnos, respetarnos y querernos por lo que somos y por lo que podemos ser.

Desarrollar nuestra autonomía: el cuarto paso es desarrollar nuestra capacidad de tomar decisiones por nosotros mismos y de asumir las consecuencias de estas. No se trata de depender de los demás o de dejar que ellos decidan por nosotros, sino de confiar en nuestro criterio y en nuestra responsabilidad.

Perdonar y soltar: el quinto paso es perdonar a nuestros padres o cuidadores por habernos humillado o avergonzado en nuestra infancia. No se trata de justificar o minimizar sus conductas, sino de comprender que ellos también tenían sus propias heridas y limitaciones, y que hicieron lo que pudieron con lo que tenían. También se trata de perdonarnos por habernos humillado o avergonzado a nosotros mismos. No se trata de culparnos o castigarnos, sino de aceptar que somos humanos y que podemos equivocarnos y aprender de nuestros errores. Finalmente, se trata de soltar el pasado y vivir el presente con plenitud y libertad.

 

SUGERENCIAS

Además de los pasos anteriores, podemos aplicar algunas sugerencias prácticas para superar la herida de humillación y mejorar nuestro bienestar personal y nuestra calidad de vida. Algunas de estas sugerencias son:

 Practicar el amor propio: dedicarnos tiempo y espacio para cuidarnos, mimarnos y valorarnos. Hacer cosas que nos gusten, nos diviertan y nos hagan sentir bien. Reconocer nuestras cualidades, nuestros logros y nuestros méritos. Hablarnos con respeto, cariño y compasión.

Practicar la asertividad: expresar nuestras emociones, opiniones y necesidades de forma clara, directa y respetuosa. Decir no cuando queremos decir y poner límites a los demás cuando sea necesario. Defender nuestros derechos y nuestros intereses sin agredir ni humillar a los demás.

Practicar la gratitud: agradecer todo lo bueno que tenemos en nuestra vida, tanto lo material como lo inmaterial. Agradecer a las personas que nos apoyan, nos quieren y nos respetan. Agradecer a nosotros mismos por ser como somos y por haber superado tantas dificultades.

Practicar el optimismo: enfocarnos en el lado positivo de las cosas, en las oportunidades y en las soluciones. Evitar el catastrofismo, el victimismo y el pesimismo. Tener una actitud abierta, curiosa y proactiva ante la vida.

Buscar ayuda profesional: si sentimos que la herida de humillación nos impide vivir plenamente o nos genera mucho sufrimiento, podemos recurrir a un profesional de la psicología que nos ayude a sanarla. Un psicólogo o una psicóloga podrá ofrecernos un espacio seguro, confidencial y empático donde podremos expresarnos libremente, comprender mejor nuestra herida y aprender estrategias para superarla.


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FUENTES DE CONSULTA 

  • Bourbeau, L. (2018). Las cinco heridas que impiden ser uno mismo. Ediciones Obelisco.
  • Castelos, M. (2020). Herida de la humillación, en qué consiste y cómo sanarla. Recuperado de https://psicologamartacastelos.com/herida-de-la-humillacion/
  • Marín, C. (2020). Las 5 heridas emocionales de la infancia. Recuperado de https://psicologiaymente.com/desarrollo/heridas-emocionales-infancia
  • Pérez, A. (2020). La herida de humillación: ¿cómo se manifiesta en tu vida? Recuperado de https://lamenteesmaravillosa.com/herida-humillacion-como-se-manifiesta-vida/



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