El doble discurso es una estrategia comunicativa que consiste en decir una cosa y hacer otra, o en transmitir mensajes contradictorios o incoherentes según el contexto o el interés. Es una forma de manipulación que busca influir en la opinión o el comportamiento de los demás, sin asumir la responsabilidad de las propias acciones o intenciones.
Foto de Jaime Lopes en Unsplash
Los motivadores y coaching emocionales son personas que se
dedican a ofrecer servicios de asesoría, orientación, capacitación o
acompañamiento a otras personas que buscan mejorar algún aspecto de su vida
personal o profesional. Su objetivo es ayudar a sus clientes a alcanzar sus
metas, potenciar sus habilidades, superar sus obstáculos y desarrollar su
bienestar.
Sin embargo, no todos los motivadores y coaching emocionales
son éticos, profesionales o competentes. Algunos de ellos utilizan el doble
discurso para engañar, seducir o persuadir a sus potenciales clientes,
aprovechándose de sus necesidades, deseos, miedos o inseguridades. Estos son
algunos ejemplos de cómo lo hacen:
- Prometen resultados rápidos, fáciles y garantizados, sin
explicar el método, el proceso o las condiciones que implican.
- Utilizan frases hechas, clichés, eslóganes o citas de
otros autores sin darles crédito ni contextualizarlos adecuadamente.
- Se presentan como expertos, líderes, gurús o maestros sin
tener una formación académica, una experiencia profesional o una certificación
avalada por una entidad reconocida.
- Se aprovechan de la vulnerabilidad, la confusión o la
insatisfacción de las personas para crear una falsa necesidad o urgencia de
contratar sus servicios.
- Generan una dependencia emocional o una admiración
excesiva en sus clientes, haciéndoles creer que son imprescindibles, únicos o
especiales.
- Manipulan la información, las emociones o las
expectativas de sus clientes para inducirlos a tomar decisiones que les
favorecen a ellos mismos o a terceros.
- Ocultan, minimizan o niegan los riesgos, los costos o las
consecuencias negativas que pueden derivarse de sus servicios.
- No respetan los límites, los derechos o la autonomía de
sus clientes, imponiendo su criterio, su voluntad o su agenda personal.
Estas prácticas no solo son deshonestas y poco
profesionales, sino que también pueden ser perjudiciales para la salud mental y
emocional de las personas que confían en estos motivadores y coaching
emocionales. Algunos de los efectos negativos que pueden provocar son:
- Confusión, frustración o decepción al no obtener los
resultados esperados o al darse cuenta del engaño.
- Pérdida de autoestima, autoconfianza o autocontrol al
depender de la opinión, el apoyo o la validación externa.
- Sentimientos de culpa, vergüenza o inferioridad al
compararse con otros o al no cumplir con las exigencias o los estándares
impuestos.
- Aislamiento, dependencia o sumisión al renunciar a la
propia identidad, criterio o proyecto de vida.
- Ansiedad, estrés o depresión al enfrentarse a situaciones
difíciles, conflictivas o adversas sin contar con recursos propios o adecuados.
Por todo esto, es importante estar alerta y ser crítico
ante los discursos motivadores y coaching emocionales que nos ofrecen
soluciones mágicas, milagrosas o infalibles. No se trata de desconfiar de todos
ellos ni de rechazarlos por completo, sino de saber distinguir entre los que
son serios, honestos y eficaces y los que no lo son.
Para ello, se recomienda:
- Informarse bien sobre el perfil profesional, la
trayectoria y la reputación del motivador o coach emocional antes de contratar
sus servicios.
- Comparar diferentes opciones y elegir la que mejor se
adapte a las propias necesidades, objetivos y presupuesto.
- Establecer un contrato o un acuerdo claro y por escrito
sobre el servicio que se va a recibir, el tiempo que va a durar, el precio que
se va a pagar y las condiciones que se van a cumplir.
- Participar activamente en el proceso de coaching o
motivación, expresando las dudas, las opiniones, los sentimientos y las
expectativas que se tienen.
- Evaluar periódicamente los avances, los logros, los
obstáculos y los cambios que se van produciendo.
- Respetar el propio ritmo, el propio espacio y el propio
estilo de aprendizaje y de crecimiento personal.
- Buscar otras fuentes de información, apoyo o inspiración
que complementen o enriquezcan el servicio recibido.
- Terminar el servicio cuando se haya cumplido el objetivo
propuesto o cuando se sienta que ya no es necesario o beneficioso.
En conclusión, los motivadores y coaching emocionales
pueden ser una herramienta útil y valiosa para mejorar algún aspecto de nuestra
vida personal o profesional, siempre y cuando sepamos elegirlos bien y usarlos
de forma adecuada. No debemos dejarnos engañar por el doble discurso de
aquellos que solo buscan aprovecharse de nuestras necesidades para incrementar
sus propios ingresos económicos. Debemos ser conscientes de que somos los
únicos responsables de nuestra felicidad y de nuestro bienestar, y que nadie
puede hacer por nosotros lo que nosotros no hacemos por nosotros mismos.
Fuentes de consulta:
- Goleman, D. (1996). Inteligencia emocional. Barcelona: Kairós.
- Riso, W. (2012). El arte de ser flexible. De una mente rígida a una mente libre y abierta al cambio. Barcelona: Planeta.
- Sordo, P. (2017). No te enganches: #TodoPasa. México: Aguilar.
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