El duelo es un proceso natural y necesario que se produce cuando perdemos a alguien o algo importante para nosotros. El duelo implica una serie de cambios emocionales, cognitivos, físicos y sociales que nos ayudan a adaptarnos a la nueva realidad sin la presencia de lo que hemos perdido.
Foto de Eyasu Etsub en Unsplash
Sin embargo, el duelo no es un
proceso lineal ni uniforme, sino que varía según cada persona, cada pérdida y
cada contexto. Por eso, no hay un tiempo fijo ni una forma correcta de vivir el
duelo, sino que cada uno lo hace a su manera y a su ritmo.
No obstante, existen algunos
modelos teóricos que intentan describir las fases o etapas por las que suelen
pasar las personas que atraviesan un duelo. Estos modelos no son normativos ni
excluyentes, sino que sirven como una guía orientativa para comprender mejor lo
que estamos sintiendo y lo que podemos hacer para superar el duelo.
Uno de los modelos más conocidos
es el de Kübler-Ross, que propone cinco etapas del duelo: negación, ira, negociación,
depresión y aceptación. Estas etapas no tienen un orden fijo ni una duración
determinada, sino que pueden variar según cada caso.
Negación: Es la primera
reacción ante la noticia de una pérdida o una muerte. La persona se niega a
aceptar la realidad y se refugia en una ilusión de que todo está bien. Es una
forma de protegerse del dolor y el shock.
Ira: Es la segunda etapa,
en la que la persona reconoce que la negación no puede sostenerse y siente
rabia, frustración y resentimiento hacia la situación, hacia sí misma o hacia
los demás. La persona se pregunta por qué le ha pasado esto a ella y busca
culpables o responsables.
Negociación: Es la tercera
etapa, en la que la persona intenta buscar una salida o una solución a su
problema. Puede recurrir a un poder superior, a sí misma o a otras personas
para pedir un cambio, un aplazamiento o una compensación por su pérdida o su
muerte. La persona se dice: "Si hago esto, quizás pueda evitar esto otro".
Depresión: Es la cuarta
etapa, en la que la persona se da cuenta de que la negociación no ha funcionado
y se siente triste, desesperada y vacía. La persona pierde el interés por las
cosas que antes le gustaban y se aísla de los demás. La persona se dice:
"No tiene sentido seguir viviendo".
Aceptación: Es la quinta y
última etapa, en la que la persona asume la realidad de su pérdida o su muerte
y empieza a adaptarse a ella. La persona deja de luchar contra lo inevitable y
reconoce sus sentimientos sin negarlos ni juzgarlos. La persona se dice:
"Esto es lo que hay y tengo que seguir adelante".
Estas etapas del duelo no son
rígidas ni definitivas, sino que pueden solaparse, alternarse o repetirse a lo
largo del proceso. Lo importante es reconocer y expresar los sentimientos que
surgen en cada etapa y buscar apoyo profesional o emocional cuando sea
necesario.
El duelo es un proceso difícil
pero normal y saludable. No hay que tener miedo ni vergüenza de sentirlo ni de
pedir ayuda para superarlo. El duelo es una prueba de amor hacia lo que hemos
perdido y una oportunidad para crecer como personas.
El duelo suele reportar algunos
beneficios o aprendizajes que han obtenido de esta experiencia. Algunos de
ellos son:
Apreciar más la vida y el
presente.
Valorar más a las personas que
nos rodean y fortalecer los vínculos afectivos.
Descubrir nuevas facetas de uno
mismo y desarrollar nuevas habilidades y recursos.
Encontrar un nuevo sentido o
propósito a la vida.
Ser más empáticos y comprensivos
con los demás que sufren.
Ser más resilientes y optimistas
ante las adversidades.
Estos beneficios o aprendizajes
no implican olvidar o reemplazar a la persona o lo que hemos perdido, sino
integrarlo en nuestra historia y en nuestra identidad. Tampoco implican negar o
minimizar el dolor o la tristeza que hemos sentido, sino aceptarlos como parte
del proceso y como una muestra de amor.
El duelo es un camino que se
recorre con altibajos, con avances y retrocesos, con momentos de luz y de
oscuridad. No hay una fórmula mágica ni una receta única para superarlo, sino
que cada uno debe encontrar su propia forma de hacerlo. Lo importante es no
perder la esperanza ni la ilusión por vivir, y contar con el apoyo de las
personas que nos quieren y nos comprenden.
Si estás pasando por un duelo o
conoces a alguien que lo esté, recuerda que no estás solo ni sola. Hay muchas
personas que han pasado por lo mismo y que pueden ayudarte o acompañarte.
También hay profesionales especializados en el tema que pueden ofrecerte
orientación y asesoramiento. No dudes en buscar ayuda si la necesitas. El duelo
es un proceso natural y necesario, pero también es un proceso que se puede
superar.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS
Kübler-Ross, E. (2005). Sobre el
duelo y el dolor. Ediciones Luciérnaga.
Worden, J. W. (2018). El
tratamiento del duelo: asesoramiento psicológico y terapia. Paidós.
Gómez Sancho, M. (2012). Cómo
ayudar en situaciones de duelo. Arán Ediciones.
Neimeyer, R. A. (2012). Técnicas
de terapia de duelo: un manual para profesionales de la salud mental. Morata.
Yuste Hernanz, C. (2014). El
duelo: una experiencia de crecimiento personal. Desclée De Brouwer.
Publicar un comentario